Ha comenzado…

Caliginoso

UN caliginoso día ha comenzado… con una temperatura que hace rechinar los dientes. Anhelando las delicadas alas de Ícaro y alcanzar su mismo destino, saco un helado pie de la cama.

Con el corazón desbocado y la respiración casi ausente, dirijo la vacía mirada hacia el cielo, a través de la ventana, suplicando un rayo de luz que ilumine mi alma, no sin antes desear continuar entre las sedosas sábanas abrazada, suplicante, a Morfeo.

Enciendo la computadora, ese aparato que no es más que el hilo conductor entre la vida y la condescendencia sin ella, para solo enterarme que el mundo no ha dejado de girar, ni las mentiras que se tejen dentro de él, con los cínicos “vendedores de espejos” en lo que se han convertido los medios.

Intempestivamente en mi mente se asoman las notas de la Sinfonía N°6 de Tchaikovsky, lo que ahuyenta un mejor augurio a las siguientes horas.

Sí, un caliginoso día ha comenzado…

 

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